miércoles, 29 de febrero de 2012

En la víctima
Por lo general, cuando hay consecuencias físicas, éstas son identificables y reciben atención. No pasa lo mismo con las consecuencias psicológicas. En la medida que no se ven, que no hay marcas visibles, no son atendidas.

Muchas personas creen que porque el niño o niña no habla sobre lo ocurrido, ya lo ha olvidado. Es importante recordar que el abuso sexual no se olvida jamás y lo que en apariencia parece haber sido olvidado, en realidad queda "guardado" y marca la vida futura.
Algunas de las consecuencias que se darán a lo largo de la vida tienen relación directa con el modo como vivirán su sexualidad, su vida amorosa y erótica. Otras se vincularán con problemas psicológicos como miedos, fobias, dificultades para enfrentar situaciones complicadas.
Por esto es necesario que todo niño o niña que ha sufrido de abuso sexual reciba el tratamiento adecuado y en el caso de adolescentes también, aun cuando éstos manifiesten entender lo ocurrido y reciban apoyo de sus familias.
En el agresor
Ya hemos examinado las consecuencias del abuso en los niños y niñas. Pero el asunto no termina ahí. Hay otras víctimas que por lo común no son visualizadas. "Nunca voy a olvidar lo que le hice a esa chica, ni sus gritos, ni su desesperación, tampoco sus lágrimas ni su silencio en el comparendo...pero sabes, tampoco voy a poder olvidar lo que me hice. Si hubiera pensado en lo que significaría en mi vida...si alguien me lo hubiera hecho notar...Yo mismo me aruiné para siempre".

A partir de este testimonio podemos analizar algunos de los efectos que la violencia tiene en el mismo agresor: depresión, desesperación, culpa, vergüenza, baja autoestima; dificultades legales, privación de su libertad; pérdida de su hogar y continuación de relaciones de violencia a otros niveles si no sigue un tratamiento adecuado.
Los estudios demuestran que la persona que de pequeña vivía en un ambiente de violencia, cuando crece tiende a repetirla en su hogar, en la medida que esa fue la única estrategia de relación personal y familiar que aprendió.
La violencia familiar abarca también violencia y abuso infantil. Empieza con el abuso del esposo hacia la esposa. Luego la esposa maltrata a los hijos y los hijos, a su vez, maltratan o abusan de quien pueden, sea de la abuela(o) o de la empleada de la casa. Esta relación familiar marcada por la violencia trasciende a la comunidad.
A nivel de la sociedad se sufren pérdidas por la violencia, y tal vez la más importante es que la violencia trae más violencia. También podemos enumerar costos humanos y económicos considerables como:
· Daños físicos que pueden ser irreversibles y hasta causar la muerte.
· Daños emocionales que generan depresión, baja autoestima,pérdida del deseo de vivir, sentimientos negativos, así como incapacidad para afrontar los problemas cotidianos.
Gastos de atención a las víctimas y vigilancia de los posibles abusadores.
Tratar de explicar por qué se abusa de un niño
(Donde la palabra abusivo se concreta y no se debe confundir con anormal. Tampoco se debe confundir causa con factores)
Relaciones sociales que generan maltrato
(Pasa frente a todos y parece que nadie se da cuenta)

Nuestra sociedad genera y mantiene el maltrato en la medida que hay acciones, creencias, valores y costumbres que impiden el normal y sano desarrollo de la infancia.
El proceso de violencia terrorista que vivimos durante más de quince años trajo secuelas de violencia social, así como niños huérfanos y abandonados, y familias desplazadas de sus hogares. Los niños que nacieron en esa época se familiarizaron con la muerte. Hoy día es necesario doblar esfuerzos para recuperar la importancia de vivir en condiciones de paz y desarrollo humano.
Por otro lado, las condiciones de pobreza incrementan el maltrato. Se requiere pues de políticas públicas que generen empleo y producción, es decir bases estructurales para sentar el desarrollo humano no sólo económico sino también social.
En especial, la situación de subordinación y violencia doméstica contra la mujer tiene especial relación con el abuso sexual infantil. Muchos conceptos y valores relativos a la sexualidad femenina están distorsionados y dan a entender que la mujer "provoca" la agresión.
Los roles estereotipados se proyectan también en el caso del abuso sexual infantil, en especial cuando el niño es mayor de 10 u 11 años o cuando tiene el cuerpo desarrollado, se asume que al igual que la mujer ha provocado la agresión.
Los diálogos que por lo general se establecen entre la víctima y quien recoge la denuncia o quien lleva el juicio, así como el trato que se brinda a las víctimas de violencia sexual en los juicios y denuncias, las hacen aparecer como culpables. Por eso se dice que el abuso sexual y la violación sexual son los únicos delitos en los cuales la víctima tiene que demostrar su inocencia.
Todo ello genera culpabilidad y confusión en la víctima, y en la sociedad aceptación de este tipo de delitos y no sanción o sanción mínima frente a ellos.
Situación de poder y superioridad del adulto
En lo que se refiere al abuso sexual de menores por personas conocidas, éstas se basan justamente en la autoridad que ejercen sobre su víctima, sea porque tienen más fuerza o conocimientos o están en una situación que les otorga poder: padre, tutor, profesor, etcétera.
Comprender y asumir esta definición es importante porque si bien hay algunos casos de abuso sexual y de violaciones realizadas por personas mentalmente enfermas, éstos son mínimos en las estadísticas. En cambio, sí podemos hacer mucho y cotidianamente por cambiar las relaciones de poder y para que las personas que lo tienen lo usen para proteger y ayudar y no para sus propios intereses.
¿Por qué hay tanta dificultad en aceptar
que el abuso sexual es abuso del poder?

Porque de una u otra manera son varias las personas que tienen poder: la madre y el padre sobre los hijos; los adultos sobre los menores; los profesores sobre los alumnos. Afirmar que el abuso sexual y el maltrato es abuso de poder puede llevar a pensar que todos aquellos que tienen poder son unos abusivos. Definitivamente no es así. La mayoría de personas emplea el poder socialmente asignado justamente para lo que les fue dado: para proteger, ayudar y garantizar la seguridad y bienestar. Sin embargo, también tenemos que aceptar que hay otras personas que hacen uso del poder para su propio beneficio.
Prevención del abuso(Trabajar para cortar el círculo de la violencia)
Un primer paso es evitar que se presente. Hay que reconocer que existe y que se produce en todos los niveles y clases sociales. Es necesario hablar sobre el tema a nivel familiar, con los hijos e hijas, tíos, primos, etcétera; tratar el asunto también entre vecinos y en la comunidad. El tema del maltrato y abuso infantil debe ser tan importante como los de la nutrición, educación, salud, seguridad.
Para la prevención del maltrato podemos establecer las siguientes vías: educación en la familia y la escuela y compromiso de la comunidad
indicios de un posible abuso sexual:



Inicio o "enganche". Es cuando el abusador logra establecer con su
víctima un primer nivel de acercamiento y se asegura que ésta no
contará a nadie el contacto establecido. Por lo general, en esta fase
el niño o niña, dependiendo de la edad que tenga, está confundido y no entiende exactamente lo que está ocurriendo. Algunas niñas han expresado que sentían incomodidad, aunque no entendían de lo que se trataba.
Por lo común, el abuso comienza como un "juego sólo entre los dos" "un secreto sólo entre tú y yo" y también con promesas de dulces o dinero.
Sin embargo, tampoco hay que olvidar que los niños y niñas carentes de afecto, muchas veces callan el abuso por no perder el afecto del abusador.

  • Continuidad. Una vez asegurado el silencio de la víctima, el abusador tratará de buscar más y más ocasiones para estar juntos, aumentando el abuso sexual, pudiendo llegar hasta la penetración.
En esta fase puede ocurrir que el niño o niña, si ya tiene suficiente edad como para darse cuenta, no quiera quedarse con el abusador. Cuando la madre o padre le preguntan la razón, no da explicaciones porque el abusador ya ha logrado de alguna manera asegurar su silencio.(Este silencio es un signo a tomar en cuenta en caso de existir sospecha de abuso).
  • Evidencia o confirmación. Puede darse de improviso, cuando el
    abusador es sorprendido o porque la víctima cuenta lo que le ocurre.
    En estos casos, no hay tiempo para pensar con tranquilidad y es difícil manejar adecuadamente la situación. Por lo general, la familia tiene
    mucha rabia y las reacciones se dirigen hacia el violador pidiendo
    sanción o castigo. Puede pasar inclusive que la víctima
    sea interrogada, aún por la propia familia, una y otra vez, en un afán de comprender qué le ha pasado. Esta actitud no es la más adecuada.
    Hay que considerar que la persona, ya sea niño o niña, necesita
    ayuda y hay que asegurarse que reciba tratamiento médico si
    es necesario y, sobre todo, comprensión, seguridad y afecto.
Otras veces el niño o niña tiene un comportamiento que lleva a sospecha, por ejemplo hace preguntas referidas al sexo o a amenazas, o usa términos que no corresponden a su edad ni a las costumbres de la casa. A partir de ello la madre o el familiar cercano o el profesor pueden sospechar y poco a poco ir acercándose a la verdad hasta que cuenta lo que le ocurre o da pistas que permitan descubrir al abusador.
En muchos casos de abuso sexual de padres o padrastros que se inicia en la infancia, las niñas cuentan lo que les ocurre al llegar a la adolescencia. El abusador sabe que al crecer e interactuar con otras personas, la adolescente puede contar "su secreto". Para evitar que esto ocurra hace todo lo posible por prohibirle que salga a la calle o se reúna con sus amigas. Cuando los argumentos son acogidos en la familia, la chica se da cuenta de que el único modo de tener algo de libertad es contando lo que ocurre.
Hay que tener presente que en el caso de abuso sexual de jóvenes varones es muy difícil que ellos cuenten lo ocurrido pues socialmente eso se asume como pérdida de la masculinidad, presumiéndose equivocadamente que tal experiencia condicionará luego un comportamiento homosexual.
Desafortunadamente son muy pocos los estudios sobre abuso sexual en niños y jóvenes. La mayoría de casos reportados son de niñas y mujeres.
Indicadores de abuso y violencia sexual
Se puede descubrir el abuso sexual en niños menores de siete años cuando su comportamiento no corresponde a su edad ni a las costumbres de la casa, sea porque muestran curiosidad en extremo o porque hacen preguntas o comentarios sobre sexo.
Las consecuencias físicas del abuso son también un camino para descubrirlo. Veamos:
  • Embarazo.
  • Enfermedades de transmisión sexual.
  • Irritaciones o malestar en los genitales.
  • Aseo constante de los genitales o se niega a hacerlo.
  • Dolor al orinar. Infecciones genitales frecuentes.
  • Miedo a quedarse solo o con alguien en especial.
  • Depresión.
  • Pérdida de apetito.
  • Disminución del rendimiento escolar.
  • Rabia u hostilidad.
  • Comportamiento sexual inadecuado.
  • Huida de la casa.
  • Regresión a un estadio de desarrollo anterior. Por ejemplo
    si ya pedía orinar, ahora se olvida de hacerlo.
    Si ya comía solo, ahora pide que le den en la boca.
En adolescentes, algunas de las conductas registradas en el Manual de Camargo son:
  • Miedo a estar solo.
  • Incapacidad de sostener la mirada.
  • Frecuentes peleas y disgustos con miembros de la familia.
  • Problemas de memoria.
  • Cambios frecuentes y drásticos de humor.
  • Preocupación por temas sexuales o actividades sexuales.
  • Gestos e intentos de suicidio.
  • Desconfianza.
  • Abuso de alcohol o drogas.
 

jueves, 23 de febrero de 2012

al ser victima de un abuso sexual muchas personas piensan que ellas son las culpables de lo sucedido y prefieren callar para no ser juzgadas por la sociedad, pero en estos casos lo que deben hacer es denunciar y no dejar que las personas inescrupulosas que por alguna razón deciden lastimar física y psicológica a los demás continúen haciendo le daño a los demás con su actos....

POR ESA RAZÓN LAS PERSONAS NO DEBEN CALLAR "

jueves, 9 de febrero de 2012

el abuso sexual

El abuso sexual es definido como cualquier actividad sexual entre dos o más personas sin consentimiento de una persona. El abuso sexual puede producirse entre adultos, de un adulto a un menor -abuso sexual a menores y abuso sexual infantil o incluso entre menores.[1]
Como actividad sexual se incluye:
  • Cualquier tipo de penetración de órganos genitales en contra de la voluntad, o aprovechando la incapacidad de un menor para comprender ciertos actos. También se incluye el inducir u obligar a tocar los órganos genitales del abusador.
  • Cualquier acción que incite al menor a escuchar o presenciar contenido sexual impropio (observar al adulto desnudo o mientras mantiene relaciones sexuales con otras personas, ver material pornográfico o asistir a conversaciones de contenido sexual, por ejemplo).
Tipos de abuso sexual son la violación, que es considerada delito sin importar el sexo de la víctima, y el estupro. En el caso de abuso sexual infantil, los fenómenos que se desencadenan tienen que ver con trastornos en el desarrollo psicosexual. Una dificultad en la relación madre-hija puede complicar el riesgo para el abuso sexual infantil y las consecuencias del abuso

Signos de posible abuso sexual
  • cambios comportamentales abruptos
  • Heridas inexplicables, especialmente en los genitales y los senos (en mujeres).
  • Vestimenta rota o manchada.
  • Embarazo.
  • Infecciones de transmisión sexual.
  • Problemas de comportamiento inexplicables.
  • Depresión.
  • Autoabuso o comportamiento suicida.
  • Abuso de drogas o alcohol.
  • Pérdida espontánea de interés en la actividad sexual.
  • Aumento espontáneo del comportamiento sexual.
  • Trauma severo[3]
el abuso sexual en niños:
El abuso sexual constituye una experiencia traumática y es vivido por la víctima como un atentado contra su integridad física y psicológica, y no tanto contra su sexo, por lo que constituye una forma más de victimización en la infancia, con secuelas parcialmente similares a las generadas en casos de maltrato físico, abandono emocional, etc.[5] Si la víctima no recibe un tratamiento psicológico adecuado, el malestar puede continuar incluso en la edad adulta.
En su mayoría, los abusadores son varones (entre un 80 y un 95% de los casos) heterosexuales que utilizan la confianza y familiaridad, y el engaño y la sorpresa, como estrategias más frecuentes para someter a la víctima. La media de edad de la víctima ronda entre los 8 y 12 años (edades en las que se producen un tercio de todas las agresiones sexuales). El número de niñas que sufren abusos es entre 1,5 y 3 veces mayor que el de niños